Grupos tradicionales a lo largo de El Camino Real de Tierra Adentro

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Mujeres aventando trigo, San Juan Pueblo, Nuevo México, 1925-1945

Foto por T. Harmon Parkhurst. Cortesía de los Archivos Fotográficos del Palacio de los Gobernadores (NMHM/DCA Neg. # 003966)

En 1598, cuando el colonizador español Juan de Oñate dirigió la primera expedición para establecer El Camino Real de Tierra Adentro desde el norte de México hacia Nuevo México, hizo un hallazgo sorprendente: la sandía. A diferencia de otros productos alimenticios del Viejo Mundo que Oñate había planeado para trasplantar a la frontera norte, la fruta ya estaba siendo cultivada por las tribus indias Pueblo de Nuevo México, junto con cultivos tradicionales tales como el frijol, maíz y calabaza.

Para Oñate, la sorpresa fue que la fruta había llegado a Nuevo México antes de que él llegara a reclamar la región para la Corona española. La sandía había sido introducida anteriormente en las Américas durante la conquista española. Algunos estudiosos creen que los Pueblos obtuvieron la fruta como un artículo de comercio exterior a lo largo de los senderos peatonales que unían las tribus del Río Grande de Nuevo México a los indígenas del suroeste y México. Otros piensan que Francisco Vázquez de Coronado pudo haber introducido las semillas durante su exploración de 1540-42 del Suroeste.

Reconociendo la cosecha como un importante recurso nuevo agrícola, los Pueblos dieron espacio para crecer dentro de sus diversos paisajes culturales. Así, cuando Oñate llegó en 1598, los Pueblos simplemente estaban viviendo como lo habían hecho durante siglos en Nuevo México, empleando recursos obtenidos a través de encuentros con otros grupos y culturas indígenas a través de antiguas rutas de largo alcance de viaje, comunicación y comercio.

Palabras como "descubierto" y "asentado" son ampliamente utilizadas en la narrativa histórica de la conquista española. Pero las ricas tradiciones agrícolas que existían antes de la llegada de los españoles a Nuevo México subrayan la realidad que los españoles se trasladaron a tierras largamente establecidas de comunidades indígenas profundamente arraigadas con recursos culturales y ecológicos probados. No había animales de carga ni vehículos con ruedas para apoyar el comercio en el suroeste antes de la llegada de los españoles. Sin embargo, los pueblos indígenas habían desarrollado y mantenido importantes rutas de comunicación que durante siglos apoyaron la longevidad y el sustento de las culturas y comunidades tribales.

Informes de los primeros exploradores españoles de los senderos locales que proporcionaron el paso a tierras desconocidas fueron fundamentales para la decisión de España de trasladarse a la región. Así, cuando Oñate extendió la longitud de El Camino Real desde Santa Bárbara, en el norte de la Nueva España, hasta el pueblo Tewa de Ohkay Owingeh del norte del Río Grande, él dependió de la misma ruta general de la que dependían los pueblos tradicionales para entregar bienes comerciales y comunicarse con otras tribus.

La ruta unía una cadena de pueblos a lo largo del corredor del Río Grande. Esto trajo a los españoles en contacto directo y sostenido con las tribus Pueblo y Athabascan. Aunque agrupados en la misma región, los Pueblos comprendían tribus distintas y separadas unidas por lenguas comunes Piro, Tiwa, Towa, Keres, Tewa y Zuni. Los antropólogos creen que las tribus Athabascan de los Navajo y Apache emigraron al sudoeste tan pronto como el siglo XIII del interior de Canadá occidental, de Alaska y de la costa del noroeste.

Hoy en día, mientras que muchos de los pueblos mencionados en los registros históricos de El Camino Real ya no existen, otras comunidades indígenas y tribales asociadas con el sendero prosperan como tribus vivientes. Su historia hasta el presente, combinada con la documentación arqueológica de los pueblos históricos precontactos y posteriores al contacto, representa un continuo de la vida de los indios americanos en El Camino Real que lo hace único entre otros Caminos Históricos Nacionales de los Estados Unidos con historia tribal.

 
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Cloud Dance, Santa Clara Pueblo, Nuevo México, 1925-1945

Foto por T. Harmon Parkhurst. Cortesía de los Archivos Fotográficos del Palacio de los Gobernadores (NMHM/DCA. Neg. # 004220)

Incorporar una narrativa indígena

Comprender las conexiones y contribuciones históricas de los indios americanos y otros pueblos tradicionales para El Camino Real es vital para comprender plenamente el carácter transcultural del sendero y su influencia en la historia local, nacional e internacional. Comprender cómo los pueblos tribales contemporáneos perciben y se relacionan con El Camino Real es igualmente vital para su preservación futura.

Con este fin, como parte de su misión de preservación, protección y educación del sendero, el Servicio de Parques Nacionales (SPN, por sus siglas en español) acoge "sesiones de escuchar" que reúnen a diversos representantes tribales para discutir y definir por ellos mismos sus relaciones con El Camino Real (así como a otros senderos históricos nacionales de los EE. UU.). Las sesiones de escuchar tienen como propósito fomentar el diálogo entre las partes interesadas indígenas sobre su vida antes y después de la creación El Camino Real. Últimamente, el objetivo es incorporar una narrativa indígena en la historia y la interpretación de El Camino Real que reconoce los impactos del sendero, tanto buenos como malos.

El encargado del enlace con las tribus Otis Halfmoon (miembro de la tribu Nez Perce), del SPN quién dirige las sesiones de escuchar manifestó: “El camino Real es uno de los senderos más importantes que al final afecto a las tribus a través de los Estados Unidos y; la historia a menudo olvida ese período de tiempo, pero nuestros niños necesitan conocerlo".

Según Halfmoon, la duración y la dirección de El Camino Real dan al sendero un significado particular. La orientación sur-norte del sendero y el movimiento de mercancías alteraron profundamente y positivamente el carácter cultural y étnico de la vida tribal del suroeste, permitiendo una fusión única de influencias europeas e indígenas de todas las Américas.

Por ejemplo, la introducción española del caballo a la cultura india fue una contribución que vino del sur y al final se benefició a las tribus a través de los EE.UU. Muchos de los bienes y recursos culturales europeos que fueron introducidos de sur a norte, incluyendo nuevas herramientas y tecnologías, la agricultura y el ganado, así como alimentos internacionales y artículos comerciales, también fueron adoptados y adaptados por los pueblos indígenas.

Al mismo tiempo, El Camino Real tuvo impactos sociales y culturales negativos que suprimieron, en lugar de apoyar, las culturas tribales. "Los Pueblos estaban abiertos a cosas que eran beneficiosas, especialmente en términos de comercio", dice Halfmoon. "Pero las ganancias vinieron con pérdidas".

En este sentido, todo lo que El Camino Real llevaba hacia el norte al territorio Pueblo, comenzando con la apertura del sendero iniciada por Oñate sobre los antiguos caminos indios, construyó y derribó las bases que los indígenas tribales habían establecido en el pasado.

 
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El Camino Real corre cerca de Kewa Pueblo (Santo Domingo Pueblo) en el centro de Nuevo México. Las caravanas misioneras hacían paradas regulares en el pueblo para cargar y descargar suministros. La acequia (zanja) que se muestra aquí proporciona agua para los campos del pueblo.

Foto de Jack Parsons

Comercio y transformación

El corredor sur-norte que se convertiría en El Camino Real formaba parte de una red de rutas culturales que desde hacía mucho tiempo vinculaban las tribus del suroeste de Nuevo México, Arizona y Colorado entre sí y con importantes culturas tribales al sur. Entre las más influyentes fueron Casas Grandes, en lo que ahora es Chihuahua, México, que prosperó como un importante centro de comercio indígena entre los siglos XIII y XV. Paquimé, el centro de la cultura Casas Grandes, era el centro de intercambio de artículos de México.

Un beneficio menos tangible, pero igualmente importante, de las rutas culturales fue su apoyo a las comunicaciones inter-tribales. En el momento de la incursión española, un numero de pueblos estaban situados a lo largo de lo que se convertiría en El Camino Real cerca de Socorro, Albuquerque y Santa Fe, y la noticia seguramente se había esparcido entre las tribus de que los intrusos estaban a punto de llegar. Para los españoles, la exploración a lo largo del sendero inspiró un flujo de comunicaciones sobre las fuertes y localizadas estructuras comunitarias de los pueblos.

Los primeros relatos españoles representan las avanzadas civilizaciones indias viviendo en aldeas de adobe de varios pisos con complejas tradiciones sociales, religiosas y artísticas, y una comprensión ambiental evolucionada de la frontera norte. Si bien estos factores reforzaron el atractivo de Nuevo México para España, también lo hizo la historia del comercio y del intercambio cultural de las rutas. La apropiación de las rutas culturales permitiría al objetivo de España colonizar y cristianizar a los indígenas Pueblo.

Oñate trasladó su colonia al pueblo norteño de Ohkay Owingeh, la primera capital de Nuevo México y el término original de El Camino Real. A medida que El Camino Real fue desarrollado en el siglo XVII, el pueblo más céntrico de Kewa, que los españoles llamaron Santo Domingo, se convirtió en la base para el esfuerzo misionero franciscano. Las caravanas de suministro de misiones, que llegaron a Nuevo México cada tres años, hicieron su primera parada en Kewa. Desde allí, caravanas más pequeñas se dividieron en caminos secundarios para abastecer otras partes de la provincia, incluyendo Acoma, Zuni, Hopi, Jemez y las misiones del norte de Nuevo México. Los carros entonces regresaron a Kewa antes de regresar por El Camino Real a la Ciudad de México cargados con mercancías locales y regionales del comercio.

Después de 1610, las caravanas también trasladaron mercancías de Kewa a Santa Fe, la nueva capital provincial y el nuevo término de El Camino Real. Las leyes coloniales prohibían a los españoles ocupar pueblos indios, limitando el asentamiento a 8.82 kilómetros (tres millas) de un pueblo. La ley hizo la selección original de Oñate de Ohkay Owingeh (San Juan) y Yunque (San Gabriel) demasiado cerca para la comodidad. Como la antigua capital fue remplazada por una nueva, Oñate también fue remplazado por un nuevo gobernador, Pedro de Peralta.

 
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El Camino Real pasa por la Iglesia de San Agustín en Isleta Pueblo, al sur de Albuquerque, Nuevo México. La iglesia ha sido restaurada recientemente.

Foto de Jack Parsons

Supresión religiosa y rebelión

Aunque había logrado la tan esperada tarea de la colonización de Nuevo México, Oñate estaba equivocado al creer que las tribus locales estaban conformes con la presencia española. Uno de los primeros actos como gobernador era convocar a los representativos de varios pueblos en Kewa, dónde él invitó a los líderes para jurar lealtad a la corona española y obediencia a la iglesia católica. A pesar de que los Pueblos eran sumamente individualistas, Oñate creyó que los líderes habían entendido y unido en su promesa de abrazar un nuevo modo de vida. Él estaba equivocado.

Las misiones fueron para proveer instrucción religiosa y protección militar a los Pueblos. Pero como los bienes ceremoniales católicos eran transportados por El Camino Real en las caravanas de la misión -incluyendo pantallas de altar de la iglesia, cálices de oro y plata, vestiduras clericales, instrumentos musicales y herramientas para herrería y otra instrucción en talleres misioneros, la religión Pueblo fue suprimida. Los pueblos tribus se vieron forzados a convertirse, ya que sus sagrados artículos religiosos nativos fueron quemados públicamente y algunos sacerdotes tribales fueron ahorcados como brujos. Los Pueblos no tenían otra opción sino ceder al catolicismo, pero a pesar de todo, ellos preservaron sus prácticas religiosas realizándolas en secreto.

El esfuerzo misionero implicó otras formas de explotación por parte de los españoles, incluyendo impuestos injustos, interferencia en el gobierno tribal y esclavitud. Aunque los esclavos africanos habían acompañado la expedición de 1540 de Coronado a Nuevo México, las leyes españolas contra la esclavitud indígena fueron promulgadas en 1542. Éstas solamente permitieron la esclavización de indios no cristianizados, así como de indios en guerra con los españoles.

Unos meses después que Oñate ocupó Nuevo México, sin embargo, la esclavitud fue usada como castigo en el pueblo de Acoma por actos rebeldes contra la Corona española. El soldado español Juan de Zaldivar fue asesinado en Acoma por exigir mantas y provisiones de la tribu. Oñate ordenó una expedición punitiva que resultó en la brutal tortura y esclavitud de muchos hombres de Acoma. Unas 70 niñas de Acoma menores de 12 años fueron enviadas por El Camino Real y colocadas en conventos en todo México. Con toda probabilidad, ninguna regresó a casa.

 
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Misión en San Felipe Pueblo, Nuevo México, 1925-1945.

Foto por T. Harmon Parkhurst. Cortesía de los Archivos Fotográficos del Palacio de los Gobernadores (NMHM/DCA. Neg. # 003391)

En el siglo XVII, cautivos y esclavos estaban entre los artículos comerciales más valiosos de El Camino Real. El comercio en los indios de las Llanuras, Navajos y Comanches capturados en redadas fue especialmente enérgico y la subasta de las personas tribales para uso como sirvientes domésticos era una actividad común en las plazas del pueblo después de la misa dominical. La gradual conversión de las tribus Pueblo hizo que pocos indios Pueblo fueran esclavizados, aunque otros impactos devastadores en la vida Pueblo siguieron el curso de El Camino Real. El camino abrió la vía a la propagación de enfermedades y epidemias europeas, incluyendo la viruela y el cólera. La enfermedad desenfrenada redujo la población Pueblo en al menos en una cuarta parte durante el siglo XVII, e incluso más durante el siglo XVIII.

En 1680, tres generaciones pasadas la llegada de los españoles, la vida y la cultura Pueblo eran decididamente diferentes. El matrimonio mixto hispano-indio no era raro. Y cierto grado de consuelo mutuo se había logrado entre los españoles y los Pueblos a través del intercambio y adaptación de bienes comerciales y recursos culturales. Aun así, el descontento era desenfrenado entre los Pueblos. Así como los españoles dependían de El Camino Real para las comunicaciones entre sus partes interesadas locales y globales, el camino también hizo para mejorar las comunicaciones entre las tribus locales. Cuando la llamada para la revuelta viajó a Pueblos de arriba abajo El Camino Real, los habitantes del pueblo se unieron para expulsar a los españoles.

El 10 de agosto de 1680, los Pueblos atacaron. Juntos mataron a más de 400 colonos y soldados y 21 sacerdotes franciscanos. A medida que los sobrevivientes fueron forzados a 643.738 kilómetros (400 millas) del Camino Real a pie hasta El Paso del Norte, los Pueblos reclamaron a Nuevo México como suyo.

 
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La Misión Socorro fue construida en el oeste de Texas después de la revuelta por parte de los pueblos indígenas quienes se mudaron a Socorro del Sur. Hoy en día es uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura de misiones en el suroeste

Foto de Jack Parsons

Culturas entremezcladas

La rebelión indígena más exitosa en la historia de Norte América, la Rebelión Pueblo dejó a los españoles en el exilio en el Paso del Norte, ahora el área de Juárez, México por doce años. Ahí, ellos y las tribus indias amistosas quienes abandonaron la revuelta establecieron un numero de comunidades indígenas, entre ellos Socorro del Sur e Ysleta del Sur. Para 1693, encabezados por el nuevo gobernador Don Diego de Vargas, los españoles estaban de regreso en Nuevo México. Los franciscanos también.

Los frailes reconstruyeron el sistema misionero, aunque ahora tomaron una actitud más abierta hacia a las tradiciones religiosas y a la identidad cultural de los indígenas Pueblo. Las relaciones español-Pueblo mejoraron lentamente, y una nueva estructura social solidificada en un estilo de vida neo-mexicano único y diverso. Aún más activo y eficiente El Camino Real jugó un papel crítico en la restauración de la provincia.

Más allá del comercio, el sendero fomentó una integración étnica con los españoles e indígenas Pueblo locales, afroamericanos, indígenas mexicanos y mesoamericanos, algunos asiáticos y otras culturas que viajaban y comerciaban a lo largo de El Camino Real. Más de 20 términos denotaban la raza y la etnicidad en Nuevo México entre 1693 y 1823. Varios factores determinaron la identidad étnica, incluyendo la comunidad de nacimiento de un niño, la paternidad y la autodenominada identidad étnica de un adulto. Los españoles también emplearon un sistema de casta, sistema para identificar españoles, indios, asiáticos, negros y otros. Las combinaciones españolas e indígenas eran conocidas como mestizos, mientras que las mezclas blanco-negro fueron llamados mulatos.

Representantes de todas las razas y mezclas étnicas hicieron una huella genética y cultural única en Nuevo México vía El Camino Real, y contribuyeron a todas las áreas de la sociedad y economía provinciales. Por ejemplo, después de la muerte de muchos indios Pueblo de enfermedades introducidas de España, esclavos mulatos añadieron su trabajo a la reconstrucción de la provincia.

 
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Danza del Venado, San Juan Pueblo, Nuevo México, 1925-1945.

Foto por T. Harmon Parkhurst. Cortesía de los Archivos Fotográficos del Palacio de los Gobernadores (NMHM/DCA Neg. # 003858)

Las clases cautivas también incluían a los Genízaros, o cautivos des-tribalizados criados en hogares españoles. Estos indios cristianos completamente aculturados crecieron para convertirse en una clase socioeconómica significativa en la sociedad nuevomexicana. A mediados del siglo XVIII, los genízaros formaron sus propias comunidades en los márgenes de la frontera, incluyendo Tomé y Belén en el sur y Abiquiu y Ojo Caliente en el norte. El grupo no sólo proporcionó una protección, basado en los ciudadanos en las zonas menos pobladas de la provincia, ellos conservaron tradiciones, como las fiestas religiosas, que son centrales tanto para las culturas hispana como española.

Aunque muchas comunidades Pueblo fueron abandonadas o destruidas ante la incursión extranjera, otras se adaptaron y sobrevivieron. Las diversas lenguas entre los indios Pueblo continuaron prosperando. La base de la lengua del Pueblo también se expandió mientras que el español se convirtió en una lengua secundaria prominente entre las tribus. Con las transiciones del siglo XIX de Nuevo México a los gobiernos de México y los Estados Unidos, y la introducción del comercio americano a lo largo de El Camino Real, el inglés también se convirtió en parte de la cultura tribal.

Alentando a las tribus a contar sus historias de El Camino Real

Las contribuciones de El Camino Real a la vida y cultura tribales son innegables. Sin embargo, las heridas de la conquista española entre los pueblos tribales de Nuevo México corren profundamente, y para algunos, nunca sanarán. Un representante tribal que participó en una “conversaciones interactivas” del Servicio de Parques Nacionales lo llamó El Camino Triste.

El respeto por la soberanía y la independencia de las comunidades indias vivientes es una parte importante de los esfuerzos de SPN para atraer a los visitantes de hoy en día a experimentar el sendero. Educar a los visitantes acerca de las historias de los pueblos indígenas de Nuevo México, así como las historias de las comunidades indígenas de Ysleta del Sur y Socorro del Sur en el oeste de Texas, es esencial para fomentar una comprensión plena y verdadera del sendero. Así, el itinerario de viajes de SPN de 17 importantes sitios de El Camino Real destaca las importantes y duraderas conexiones del sendero con el país indio.

 
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Joven mujer por horno, Ancelita Arquero, Cochiti Pueblo, Nuevo México, 1925-1945.

Foto por T. Harmon Parkhurst. Cortesía de los Archivos Fotográficos del Palacio de los Gobernadores (NMHM/DCA. Neg. # 002491)

Las conversaciones interactivas de SPN y otras iniciativas tribales continuarán brindando información importante sobre la mejor manera de contar las historias de los indios sobre El Camino Real. Al fomentar el diálogo entre miembros de diferentes tribus, los esfuerzos aseguran que las voces de los pueblos tribales sean escuchadas junto con las de historiadores, arqueólogos y antropólogos que tradicionalmente han interpretado El Camino Real.

"Vemos esto como una oportunidad no sólo para enseñar a los jóvenes acerca del sendero, sino para introducir a los miembros tribales más antiguos al camino como algo que ha contribuido a la vida continuada de la tribu", dice SPN el encargado del enlace con las tribus Otis Halfmoon. "También reúne a miembros de varias tribus para juntos compartir su conocimiento y experiencia únicos de El Camino Real".

Con la participación de las tribus, dice Halfmoon, los esfuerzos de educación y mejoramiento de SNP en El Camino Real pueden ser beneficiosos para todas las culturas involucradas en la historia y el futuro del sendero. "La idea es honrar todas las culturas cuyas vidas fueron tocadas por el Camino", dice. "De una forma u otra, todos somos parte del sendero".

 
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    Preservación y Protección

    La designación como Sendero Histórico Nacional, ayuda a proteger los valiosos bienes históricos y culturales de El Camino Real.

Última actualización: February 14, 2022

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